Llegamos a Eugene en septiembre de 1999, faltando unos meses para el nuevo milenio. En esa época, todo el mundo andaba preocupado por la “falla del milenio” (“millennium bug”): el hecho de que muchos programas de computación habían usado solo dos dígitos para indicar el año, en lugar de cuatro. Por ende, pensaban que todos los sistemas se iban a colapsar, que los aviones se iban a caer del cielo, los trenes se iban a chocar, los bancos no sabrían cuánto pagar de intereses, etc.
A fin de cuentas, no ocurrió nada, quizás porque algunas empresas habían invertido en corregir la falla, o quizás porque la mayoría de los sistemas no dependían de ese dato.
También había preocupación de que los “milenaristas” pensarían que era el fin del mundo, y lanzaran ataques o se suicidaran. El milenarismo surgió de una interpretación literal del libro del “Apocalipsis” en la Biblia. Hubo algunas sectas que si efectuaron suicidios-genocidios colectivos, entre ellos un suicidio-homicidio ritual en Kanungu, Uganda, donde murieron aproximadamente mil integrantes del “Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos”.
Las autoridades anticiparon que la llegada del nuevo milenio podría ser un factor que propiciaría actos de terrorismo. Los gobiernos de Europa, Canadá y Estados Unidos desarrollaron investigaciones especiales y planes de contingencia para prevenir actos de violencia a gran escala por grupos religiosos extremistas,
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to