Capítulo 14. San Francisco
Jubilación temprana, escritura, lectura y nietos; mientras el nivel del mar seguía subiendo inexorablemente
Fuimos a hospedarnos por unas semanas con Alejandro, mientras buscábamos una casa donde viviríamos. Queríamos estar cerca de San Francisco y Berkeley, pero no demasiado cerca del centro (en parte por el elevadísimo costo de los bienes raíces, y en parte por la preocupación sobre potenciales ataques terroristas).
Después de explorar algunas poblaciones en el área de la bahía de San Francisco, nos decidimos por el pueblo de Sausalito, unos dos kilómetros al norte del puente de “Golden Gate”. Como otras poblaciones al borde del mar (o de la bahía de San Francisco, en este caso), estaba peleando una batalla contra el alza del nivel del mar. Algunos restaurantes y marinas al borde del mar tuvieron que ser reubicados, pero la casa que teníamos en mente comprar se encontraba algo elevada, de manera que pensábamos que se vería afectada, al menos en las próximas décadas.
Uno de los más contentos con nuestra mudanza y nueva casa era nuestro cocker spaniel Coco, a quien le encantaba caminar a lo largo de la orilla de la bahía. El clima de San Francisco, tradicionalmente considerado muy lluvioso y gris, era hacia el 2044 mucho más agradable que el calor húmedo y tropical de Panamá.
Cumplí con mi sueño de dedicarme a escribir, viajar, tomar fotografías, y tener tiempo para explorar a mis anchas mis curiosidades intelectuales. Valeria, por su parte, comenzó a dedicar más tiempo a la pintura, al piano, a leer ficción, y a ofrecerse de voluntaria en el Centro de Mamíferos Marinos que se encontraba cerca de Sausalito.
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